top of page
Buscar

La Pesadilla Docente: Enfrentando Nuestros Miedos

  • Foto del escritor: Constanza Romero P.
    Constanza Romero P.
  • 29 ago 2024
  • 3 Min. de lectura


Ser educadora de párvulos es una profesión llena de amor, dedicación y compromiso. Desde el primer día que ingresamos a un aula, asumimos una responsabilidad inmensa: formar a los niños y niñas que serán el futuro de nuestra sociedad. Sin embargo, detrás de las sonrisas y abrazos que recibimos de nuestros pequeños, enfrentamos una realidad que a menudo se convierte en una pesadilla: la evaluación en la carrera docente.


El miedo a ser evaluadas es una sombra que nos acompaña constantemente. En cada tarea, en cada clase, sentimos la presión de demostrar nuestras habilidades, competencias y conocimientos. No se trata solo de cumplir con los indicadores establecidos; se trata de demostrar, ante terceros, que estamos capacitadas para ejercer nuestra profesión. Esta presión no solo viene de las autoridades o evaluadores externos, sino también de nuestro entorno laboral, donde a menudo nos encontramos con críticas, envidias y cuestionamientos sobre nuestra capacidad.


Trabajar en un ambiente mayoritariamente femenino puede ser un desafío adicional. La competencia, la falta de apoyo entre colegas y el temor a compartir conocimientos son barreras que debemos superar diariamente. Se espera que seamos supermujeres, que demos más del 100%, que mantengamos el equilibrio perfecto entre lo personal y lo profesional. Pero, ¿quién nos sostiene cuando queremos tirar la toalla? ¿Quién nos apoya cuando sentimos que ya no podemos más?


A lo largo de las múltiples asesorías y acompañamientos que he realizado, he visto cómo mis colegas se sacrifican en silencio. He escuchado sus historias de agotamiento, de noches sin dormir, de tiempo robado a sus familias por cumplir con las exigencias de su trabajo. Yo misma he vivido esa experiencia, entregando más en mi trabajo que en mi propio hogar. Amamos a nuestros pequeños alumnos, les damos tiempo, amor y paciencia, a veces más que a nuestros propios hijos. Pero, ¿quién valora y reconoce ese sacrificio?


Nos hace falta comunidad. Nos hace falta cuidarnos entre nosotras, apoyarnos no solo en lo pedagógico, sino también en lo emocional. Así como se habla de crear tribus de madres, es hora de crear una tribu de educadoras comprometidas con su labor. Y ojo, el querer tirar la toalla de vez en cuando no significa que no seamos buenas profesionales o que nos falte vocación. Significa que somos humanas, que también nos cansamos, que a veces ese uniforme de superprofesionales nos pesa demasiado.


Mi llamado hoy es a crear esa tribu, a construir una comunidad donde nos escuchemos, nos valoremos y nos empoderemos unas a otras. No necesitamos ser superhéroes; somos educadoras que elegimos esta profesión para formar a los niños y niñas del mañana. No somos enfermeras, abogadas, asistentes sociales o mediadoras familiares. SOMOS EDUCADORAS. Somos especialistas en el desarrollo infantil, conocemos mejor que nadie las etapas críticas, sabemos cómo potenciar a cada niño en su edad y entendemos la importancia de entregarles herramientas para la vida.


Es hora de que nosotras mismas valoremos nuestra profesión y cambiemos la visión que existe sobre la educación parvularia. No se trata solo de tijeras y pinturas; somos especialistas en el desarrollo integral de los niños. Si nosotras no tomamos la importancia de nuestro rol, ¿quién lo hará? Si dejamos que los juicios externos nos afecten, si permitimos que cuestionen nuestras capacidades, conocimientos e incluso nuestra vocación, ¿qué podemos esperar?


La sociedad, nuestras colegas, nuestros jefes e instituciones no son los que tienen que cambiar. Nosotras somos responsables de iniciar ese cambio, de valorarnos y respetarnos. De hacer valer ese título que muchas veces guardamos y olvidamos. ¿Por qué? ¿Acaso un médico, un abogado, un ingeniero guarda su título de la misma manera? Ellos lo exhiben con orgullo. Nosotras también deberíamos hacerlo.


Cada una de nosotras es una excelente profesional, llena de virtudes, conocimientos y experiencia. Nunca duden de eso. Es hora de unirnos, de apoyarnos y de reconocernos por lo que somos: las guías del futuro, las formadoras de la próxima generación ¡Juntas podemos transformar nuestra realidad y dar el valor que merece nuestra profesión! ¿Te sumas?

תגובות


bottom of page