Más que juegos y canciones: El valor intrínseco de la educación parvularia
- Constanza Romero P.
- 25 abr 2024
- 3 Min. de lectura

En un mundo en constante cambio, donde la globalización, el ritmo y las exigencias profesionales pueden abrumarnos, la educación inicial emerge como un faro de importancia fundamental en la sociedad contemporánea. Sin embargo, lamentablemente, a menudo se la percibe erróneamente como meras guarderías por parte de los apoderados y la comunidad en general, lo que conlleva una pérdida de la valoración de esta noble profesión.
La educación de niños y niñas entre los 0 y 6 años no se limita a enseñar habilidades básicas; es mucho más profunda y significativa. Requiere no solo conocimientos en educación, estrategias didácticas, metodologías, planificación y evaluación, sino también un entendimiento profundo de psicología infantil. Es crucial conocer los hitos del desarrollo de nuestros párvulos y las etapas críticas por las que atraviesan para poder potenciar adecuadamente su crecimiento, permitiéndoles desplegar su máximo potencial desde temprana edad.
La neurociencia respalda la importancia de estos primeros años de vida como el período más propicio para el desarrollo de los aprendizajes. Durante esta etapa, el cerebro de los niños se encuentra en un estado de adaptabilidad y maleabilidad incomparable con otros momentos vitales, lo que subraya la relevancia de la educación parvularia en la configuración de las conexiones neuronales que sentarán las bases de los aprendizajes futuros.
Los primeros seis años de vida son esenciales en el desarrollo y aprendizaje de un individuo, convirtiéndose en la base de lo que podrán ser y aprender a lo largo de toda su vida. Por ello, cuando se fomenta un ambiente propicio para que los niños jueguen y exploren, se contribuye significativamente a su desarrollo social, emocional, físico e intelectual.
El juego desempeña un papel fundamental en el aprendizaje durante la primera infancia, ya que es la forma natural en que los niños se relacionan con el mundo y adquieren conocimiento. Durante estos años, el cerebro se desarrolla principalmente a través de la construcción de estructuras cognitivas y afectivas, las cuales son fundamentales para el crecimiento futuro del individuo.
Es imprescindible destacar que la educación inicial no solo proporciona beneficios inmediatos, sino que también establece las bases para el éxito académico y personal a lo largo de la vida. Los niños y niñas que experimentan una educación parvularia de calidad desarrollan habilidades relevantes para toda la vida, incluyendo el pensamiento crítico, el lenguaje, la interacción social, el desarrollo emocional y las habilidades motoras.
Es esencial reconocer el papel fundamental de los padres y educadores en este proceso. Su participación activa y comprometida es crucial para brindar a los niños las oportunidades necesarias para aprender y crecer de manera integral. Además, la preparación para la educación escolar se ve significativamente fortalecida a través de la educación parvularia, ya que los niños y niñas adquieren habilidades sociales, de convivencia y autonomía que los preparan para enfrentar los desafíos futuros con confianza y seguridad.
En resumen, la Educación Inicial o Educación Parvularia es mucho más que juegos y canciones; es la piedra angular en la construcción del futuro de nuestros niños y niñas. Es una profesión que merece ser valorada, reconocida y profesionalizada en su justa medida. Solo al reconocer el valor intrínseco de la educación inicial y al otorgarle el lugar que merece en nuestra sociedad, estaremos preparando el camino para un futuro más prometedor para las generaciones venideras.
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